lunes, 25 de octubre de 2021

ACTIVIDAD 17. Un camino con curvas.

¡Querido lector!

¿Te has dado cuenta la cantidad de películas que giran en torno a la educación o que se relacionan directa o indirectamente con ella? Harry Potter, Una mente maravillosa, El club de los poetas muertos, Matilda, Los chicos del Coro...

Hace tiempo vi la película de Un don excepcional de Marc Webb. La película es bastante mediocre pero me ha venido a la cabeza porque en ella se muestra la vida de una niña superdotada, con gran habilidad y capacidad excepcional, llamada Mary, hacia las matemáticas, al igual que su madre fallecida. La persona que se responsabiliza de la niña es su tío, el cuál es conocedor del don de su sobrina pero no quiere hacer demasiado ruido en asuntos educativos para que los servicios sociales no intervengan y cedan la custodia de la niña a su abuela en contra de la voluntad de la madre de la niña.

En todo el transcurso, la profesora de la niña en el colegio detecta el don, analiza el nivel de las matemáticas de la niña y pide una tutoría con el tutor legal de la alumna para comentar la extraordinaria capacidad y los próximos pasos necesarios para que no se frustre y fracase escolarmente.

La primera vez que vi la película no me sorprendió este comportamiento por parte de un docente ya que lo veo como algo natural y más cuando se trata de algo tan evidente. El profesor o tutor educativo tiene que intervenir y dar solución a una persona que probablemente desarrolle un problema de aprendizaje motivado por la falta de motivación y aburrimiento sobre conocimientos ya superados e interiorizados. 

Revisando los tipos de enseñanza que Fullat recoge en su libro Paideia, podríamos enmarcar a esta profesora idónea dentro de la Pedagogía activa y personalista ya que posiciona como ente protagonista a Mary, además de querer empoderarla y hacerle partícipe de la construcción de normas: cómo le gustaría que fuese su aprendizaje y cómo ha de vivir su vida como niña que es, jugando y disfrutando de esa maravillosa etapa. 



Al hilo de esta profesora que cuida y ayuda, mi verso o la huella que me gustaría dejar como profesora en mis alumnos es complementaria pero, a mi juicio, necesaria. Quiero ser retadora y ayudadora.

¿Cómo? 

Quiero retar a mis alumnos a superarse a si mismos, motivándoles y haciéndoles ver que el NO, a veces, solo está en sus cabezas y que los mayores enemigos somos nosotros mismos, que solo tienen que proponérselo, luchar y conseguirlo (siempre con los pies en la tierra). Quiero ser ayudadora ya que quiero ser guía y faro en sus caminos hacia sus metas, aportando herramientas y soporte, compartiendo lo poquito que puedo saber de la materia y de la vida, pero siempre con expectativas positivas. 

Si tuvieses que dejar huella en tu profesión... ¿cómo te gustaría que te recordasen?

Te leo

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2 comentarios:

  1. Si hablamos de alumnos prodigios, cine y profesores de hierro(otra manera de ser ayudador) recomiendo whiplash.

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  2. Pies en la tierra y faro en el camino. Me encanta.

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